El velo de una noche fría
aleja más tu corazón del mío,
lo envuelve en una dulce melodía
que va encendiendo sus latidos.
Te enamora suavemente
esa música de ensueño,
en ella te pierdes lentamente
y vas amándola en silencio.
A lo lejos yo puedo escuchar
como crece tu tierna ilusión,
sin saber aún como ignorar
la intensidad de este dolor...
que cada nota del violín
le causa a un verso de mi poesía,
mientras tú vuelves a sonreír
ella entre lágrimas te siente malherida...
si con un último suspiro
muere el sueño de este amor,
que sin haber tenido principio
llena de otoño su ilusión.
A lo lejos, pero muy cerca tuyo,
se asoma la melodía de un violín,
yo aquí entre cielos nocturnos
sólo desearé que seas feliz...
y acallaré mi propia melodía
esa que te amó sinceramente,
y que vivía entre la poesía
que inspiraba mi corazón al verte.
Arrastrando sus alas heridas
mis versos insisten en regresar,
quiero luchar por ti, vida mía,
pero el violín retoma su cantar...
dulce... dulce melodía,
dulce el dolor que me causa,
y dulce tu corazón sin armonía
que sueña sin mí al escucharla.
Convertiste mis sueños en horizontes,
caí en tu mirada y me perdí en su belleza,
me derrotas, no resisto... y mi alma ya se rompe
con esa melodía mecida en mi tristeza.
Cruzan por mi oscuridad sutil
sus delicadas partituras,
lo que alguna vez sentí
se va en las alas de su música.
Y resuena a lo lejos
la melodía de un violín...
sonrojando mis versos
antes de volverlos a herir...
con su serenata de fuego,
con los melancólicos acordes
que cuidan de tus sueños.
Ceci Ailín