La lluvia galopa sobre los tejados
levantando nubes de ruido oscuro
que rebotan en mis entrañas
y ocultan los luceros.
A través de las comisuras del alma
escapa la humedad de la nostalgia
y desde la torre de la iglesia
hasta mis oídos recorren las campanas
los recuerdos que contemplan
su cara ajada y descompuesta.
Se esparce por el aire
un olor de lluvia condolida
que impregna los pasillos,
puertas y balcones.
El ímpetu del viento
golpea las ventanas
que al abrirse crujen
como centellas
por el tiempo atropelladas.
Efraín Gutiérrez Zambrano
De su poemario Molinos de Fuego