Juan Benito Rodríguez Manzanares

Tus manos

Tus manos cual mariposas

con alas de terciopelo,

rozan con fogoso anhelo

mi cuerpo, tan cariñosas,

que me hacen rozar el cielo.

 

Lascivas y hábiles manos

que acarician mi llanura,

mis montes y mi espesura,

con placeres tan ufanos

que pierdo toda cordura.

 

Manos que me hablan de amor

enredado entre tus dedos…

tranquilos, sedosos, ledos,

ofreciéndome calor

con el que ahuyentar mis miedos.

 

Manos que dicen que sí

y que todo me consienten,

manos que escuchan y asienten,

y con fuerte frenesí

mi excitado cuerpo sienten.

 

Sin bienes puedo vivir

al igual que sin dinero,

pero no sin el esmero

con el que puedo sentir

todo tu ardor hechicero.

 

Son tus manos vaporosas

de finos hilos tejidas,

cual gacelas desvalidas

o firmes y lujuriosas,

las que a todas mis heridas

 

curan sin ninguna pena,

y libran mi alma del mal

y alivian mi sed carnal.

Tus manos, hermosa Elena,

son todo un don celestial.