AdelaVila

Hilando la noche

Son altas horas de la madrugada,

y no consigo conciliar el sueño,

¿Será porque en vez de contar ovejas,

cuento carneros…?

 

Giro la rueca de la vida

una y otra vez,

¡desgastada está de tanto tejer,

cual fábrica nipona!

¡Así la quisieran las hispanas del tal Velázquez!

O ¿Será cuestión de aprender a destejer

cual Penélope esperando a su Ulises?

 

Abogado, ¿Por qué ayer insinuasteis mi heredad?

Lagarto, lagarto…

Mis impuestos se pierden

en la inmensidad funcionarial.

¿Algún día vendrá un extracto bancario,

cual puntual recibo de luz o gas

detallando el gasto mensual estatal?

¿Ladrones, golfos y vagos siempre los habrá?

 

Y me digo, por cierto, para puntualidad,

el horario de visitas del Vaticano,

¿patrimonio de todos los cristianos?

Tres veces llegué tarde,

eso sí, con mantilla y hábito.

Tampoco hay por qué preocuparse.

 

Sigo sin poder conciliar el sueño;

cuanto más me obstino,

más reflexivo se pone mi corazón,

¿será esto romanticismo?

 

Y pienso… nos embaucan con monólogos insípidos;

engullimos comidas virtuales,

¿dónde aquellas magras con tocino,

don Benito Pérez Galdós?

Nos venden reformas de pensiones,

robadas a tullidos.

¡Qué heroicidad!

¿Qué vendrá ahora, somníferos?

 

Y decido… mañana me iré al Valle del Draa,

A escuchar linda leyendas… ¡de Leviatán!

Sabios son los labios de la ancianidad.

 

Poquito a poquito, entra el alba…

Amor mío, ¡rompí el sueño de tanto estirarlo!

Contigo hilé la noche,

entretejí el bello recuerdo, tus dulces besos

mas de nuevo…

amanezco sin ti.