DESDE AQUEL DIA...
Se talló mi nombre
en pos de tu apellido,
vistiendo en suspiros
mis largas noches,
armé el desorden
en mis adentros,
para amar en cierto
raíz y flores.
Invité sin plegaria
a mis latidos,
que destaparan el niño
en su parte necesaria
y jugar con las ganas
que daba por perdidas,
para volver a sentirlas
al sentirme contigo.
Me dormí descalza
y amanecí en tus pasos,
poniendo en alto
el suelo de mi alma,
derrumbando la muralla
de los miedos ingratos
escapando del rapto
que me encadenaba.
Y caí rendida
al ganar mi batalla
entre estrellas descaradas
y el rubor de mis mejillas,
vestí mi sonrisa
con suspiros de tu alma
y supe que te amaba
desde aquel día.
Esencia