"Llámame padre por lo que te he enseñado,/ por todo el amor que te ofrezco,/ ámame si me lo he ganado,/ respétame si lo merezco".
No eres padre si tus hijos crecen
Y tú sientes que ellos no merecen
Ni siquiera un poco de atención…
Si nunca ves a tu hijo en casa
Y en vez de ver lo que le pasa,
Prefieres mejor ver la televisión.
No eres padre si por estar en boga,
Dejas a tu hijo caer en la droga…
Y para reclamarle eres cobarde.
Si cuando le llamas la atención,
Ya está tan avanzada la situación
Que para cualquier solución es tarde.
Si por sus éxitos no te interesas,
Si no te importan sus tristezas
Ni son por ti nunca sus alegrías.
Si no das consejos ni reproches,
Si no sabes dónde pasa sus noches
Ni acompaña tu sonrisa sus días.
Si te emociona ir a ver un juego
Y prefieres dejar para luego
Escuchar algo que te quiere decir.
Si se interesa por hablar contigo,
Pero es la palabra de algún amigo
Aquello que más quieres oír.
Si tú no eres un ejemplo para él,
Si en su vida has cumplido un papel
De esos que sabes que detesto…
Si a la hora de alguna decisión tomar,
Nunca le enseñaste a buscar
El camino más honesto.
No eres padre, de verdad no lo eres,
Si acaso has sido como esos seres
Que dejan hijos regados donde sea.
Tu hijo si discuten te entenderá
Y si se lo pides te dirá “papá”…
Pero mejor no esperes que se lo crea.
Aunque tal vez, a pesar de todo,
Tu hijo, por supuesto, muy a su modo,
Hará que como digno aparezcas
Y cualquier daño pasado lo olvidará,
Quizá –te repito- hasta te llame “papá”
Aunque tú para nada lo merezcas.