Cuando con tu sonrisa de ángel
me devuelves la ilusión,
y el murmullo de las aguas hechas de candor
te encaminan hacia mi santuario de amor,
surge nuevamente el latir del enamorado
que a la vez es poema y es canción.
Cuando mi mirada se clava en la tuya,
y me devuelves el aliento y me haces consentir,
los sentimientos bailan al son de un bello latir,
que sube y baja, y haces que mi sangre se diluya
sin fuerza, extasiada, en esos recorridos sin fin.