Soñando veo columpiarse
la noche entre mis versos,
musa que llegó para quedarse
colgada de un deseo.
Sueño con la tibieza de una tarde
y hacerme recuerdo en tu mirar,
sueño darle vida a aquel instante
que pinta de carmín mi soledad.
Por qué será que todavía añoro
que esa manos puedan armarme,
pianista mío... mírame a los ojos
y verás que aún quieren llorarte...
ven, que no ha dejado de llover
entre los resquicios de mi tristeza,
se rompen en mi alma sin saber
que aquí llegó la primavera.
Sueño con la nostalgia de quererte
que al mirarte de cerca se sonroja
entre ocasos que juraron encenderse
en mi piel de niña soñadora.
Soñando aún, el tiempo se empaña
con el recuerdo de aquella sonrisa,
mientras tu timidez hermosa me miraba
mi corazón la empapó en caricias;
para hacerla dulce eternidad
entre las orillas de mi inspiración,
anhelando algún día despertar
en la sombra grave de tu voz.
Soñadora...
Quisiera salir de mí,
para saciar con tu nombre mis labios,
desandarme para dejar de huir
y tenerte, niño, en mis brazos.
Va trepando aún por mi silencio
la melodía embriagada de ti
que hoy parece llorar el cielo
con más fuerza dentro de mí.
Sueño, y no dejo de soñarte,
ni de extrañarte en cada puesta de sol,
para desandarla entera hasta encontrarte
componiendo con mi sueño una canción...
pequeño pianista... de mi corazón.
Ceci Ailín