Ví tu figura sentada
como tal árbol plantado.
Sentí ganas de ser rama,
de estar puesto allí a tu lado.
Tú estabas igual que siempre
con tu sol en tu brillante cielo.
No apreciaba la tormenta
que me dejaría como el hielo.
Te ví una segunda vez
y tú hablabas sin cesar.
Intentabas no mirarme
ya conmigo terminar.
El temor en mi nacía,
el dolor de la agonía,
al ver tus huidos ojos
que hace días me seguían.
¡Sentía ganas de huír
a otro mundo, al más allá!
Ganas de saber si todo
pronto ya terminará.
Las dulces palabras tuyas
que hacia mí se dirigían
me guiaban por caminos,
eran sendas de alegría.
Ahora ya de noche es,
perdido entre todo estoy.
No sé hacia donde debo ir,
ni siquiera sé quien soy.
…clemencia pedía yo acusado
yo sin crimen cometido.
Las razones a mi condenanta
para yo ser destruído.
¿Está ya muerto tu amor?
dijo el corazón hendido,
más sólo silencio escucha
y lamenta entristecido.
Chester Davis