Anthony Orellano

Nadie sabe que estoy ausente

Nadie sabe que estoy ausente

Ni sean percatado siquiera que le temo a la vida

Solo hablo cuando nadie oye

Y me callo cuando todos avivan sus oídos para escucharme.

Siento la vida tan poco en esta tarde,

de alegres canticos en las calles,

de una procesión de luces que se abre paso entre mis zapatos encallados.

 

Nadie sabe de este minuto doloroso

Ni de ese abril que aun no llega

Hasta cuando esta pena que se quema profunda

Seguirán sus pasos oírse tras la puerta.

 

Nadie sabe de mis días de total llanto

Ni las magnificas horas que se fueron.

Desconcen todos

estas calles, estos zapatos,

esta mirada y este seso.

Tampoco de este barro saben siquiera nada

¡Nadie sabe nada ¡

Anthony Orellano