Desde que te contemplo
no dejo de admirar esos luceros
que vienen del cielo haciéndose templos
y que son adorados hasta por los jilgueros
Ya muy de tarde, con las luciérnagas medito y ensayo
Su luz me alumbra y te hago versos,
y tu tierna mirada que me persigue desde mayo,
cayó en mi y también el rojo subido de tus labios tersos.
Por las noches tu voz me embriaga
son tus encantos que salen del edén,
y yo enamorado me nutro con tus gotas de miel,
saboreando la dulzura de tu delicada piel.
¡Ay amor! Estar enamorado de ti, bien vale la pena,
Y aunque viva bajo los tormentos del escaso tiempo
cuando estoy contigo, siempre regreso contento, porque nada frena,
mi amor sincero que va más allá de un mero pasatiempo.