No enciendas las luces
que tengo desnudos
el alma y el cuerpo...
Alejandro Sanz
Oscuridad.
Después de nosotros
la oscuridad es ligera y sin embargo,
el alba no regresa para mí:
la fuerza con que te amé recién
me ha abandonado
y quedo en silencio,
en la mitad de tu cuerpo.
Podría decirte que mi cabeza cuelga
en la rama de una gruesa parota
villalvareña que ya no es;
que mi cuerpo flota amoratado
sobre esta laguna verdosa,
o que bailo sobre el fuego
que encendió una mano blanca;
pero amo la sencillez de confesarte sólo
que he muerto un poco,
que te ha quedado mi carne
mendiga de un istante,
con los ojos abiertos a la sombra tibia,
con las manos juntas y ocultas,
con la humedad de tu vientre
evaporada en los muslos.
Lloraré, mujer, entre tus senos,
la estúpida fragilidad
que al inconsciente -pienso- adoras,
y las cosas que sé ya conoces,
pero no voy a decirte nunca.
Marco Quezada