Trastornado de amarte con exceso.
Enfermo del deseo que provoca,
en mi labio el misterio de tu boca,
soñando con la gloria de tu beso.
En esta fiebre de quererte, preso
el corazón que su latir desboca;
con la piel hecha fuego, si te toca,
y la pasión, que me arde hasta los huesos.
Orate de la mágica locura,
de estar encadenado a tu hermosura;
entre la realidad y el desvarío,
de sentir que el puñal de tu mirada,
me abrió un tajo letal a tu llegada,
por donde se desangra, el amor mío…