Recorrer caminos inciertos
llenos de promesas
fundidas con inestabilidad
fue la alfombra roja
de cada uno de los pasos
moribundos de un corazón
que ya no daba más.
Imaginar que fue fácil
escucharte en el silencio de
las voces que abrían
las puertas de la realidad.
Imaginar que fue fácil
mirar en el mosaico
de tus ojos que hace mucho
dejaron de brillar.
Imaginar que al arrimarme
a tu hombro
mi cabeza flotaba en la soledad
y mis manos tocaban
la aspereza de tus huellas
que se mezclaban con la frialdad.
Imaginar, imaginar e imaginar
es la única arma
que me cuida de la verdad,
una verdad que
en su carruaje trae
mentira
odio
indiferencia
y en las últimas ruedas
unos restos del atuendo
que dejaste en esa cama,
donde estuvieron
solo dos cuerpos
sin corazones,
sin sentimientos.
Sólo un imaginario.