ivcogo

El Silencio

El silencio de la noche con su ensordecedor bullir de sonidos me envuelve en un manto de reminiscencias, de otras épocas, otros lugares, de personas. Los sonidos llegan a mí casi como un pensamiento, por lo que a momentos no sé si son reales o solo el producto de mi imaginación, del deseo de volver a vivirlos.

 

Por mi ventana entran esos sonidos, sin siquiera pedirme permiso, me invaden sin misericordia y por más que resisto caer en la melancolía comienzo a ser vencido lentamente y los recuerdos se van presentando como sueños muy cortos.

 

Una pausa, completo silencio y cuando creo que esta pausa traerá un alivio a mi mente melancólica me doy cuenta que hasta el mismo silencio me hace recordar tantos momentos de silencio, momentos en los que mi alma o mi corazón querían gritar, gritar una alegría, gritar lo que pensaba, gritar aquel sentimiento que ya no podía contener y que sentía que me desbordaba, pero sin embargo guardé silencio. Tantas palabras no dichas, ideas no escritas y sentimientos no expresados.

 

Lentamente me empiezo a adormecer y el reloj con su sonido constante me canta una canción de cuna y muy dentro de mi escucho una voz suave que me dice que es tarde y debo dormir, siento que me toman de la mano y mi corazón se calma, mi mente se adormece en la tibieza de aquella voz, en la sensación de esa mano de dedos finos y cariñosos, es el último recuerdo que llega a mi mente, es mi último sueño antes de quedarme completamente dormido.