Recuerdo el odio de inviernos de escarcha
cuando la piel huèrfana de besos maquillaba los años.
Y aquel silencio asesino de un alma en pena,
niego ser esa alma, sólo era mi pena que le acompañaba.
Se que sobre mis huesos llevo vestidura confusa,
vestidura con sabor a fruto maduro bañado en sol.
Mirè y atravece vida sin atajo.
Asomè mi destino, a el llegò susurro de esperanza.
No se si mis ojos son pequeños,
o nazco recien en este cielo pleno,
desnuda, mas no vacìa,
mis inviernos llegan y se van
haciendo historias que cargo sobre mis hombros.
Y veo paraìsos adornados con àngeles infernales.
Serà el cielo o fuego transmutado,
no lo se,
solo se que vivo y le respiro...
Y que mis pasos hacen camino.