Cuando ausente tu aleteo de ángel
que me seduce, me incita y me silencia
soñado tan eterno, pero tan efímero, tan breve
me de la marcha hacia la nada, hacia la muerte.
Ente el amor y el repudio que a mi corazón torture,
no me sepultaré a la evocación falaz de tus delicias;
caerán gélidas las hojas de tan desdeñoso maridaje
al dubio naufragio que depare tu ingratitud umbría.
Y en las vespertinas horas, este pecho amante
Concedidas sus alas hacia el horizonte absurdo,
Se pintará de rojo el frenesí de su sopor profundo
Y embriagará de vinos toda inquietud constante.
Pero inmolado el día a la sombra de las noches,
Si susurraré el numen de tu nombre en extravío
Y te reclamaré por ambular en delirio tan vacío.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso