Hé robado esta flor para ti
confundiendo la noche con mi sombra/
Trepé el escarpado muro,
caminé la niebla ajena
de un primaveral parque/
Un jardín empeñado
en mantener los colores
del otoño en sus hojas/
El árbol del durazno fue mi cómplice,
sin chistar a mi presencia
soltaba su centella de olor/
Temblaba su cuerpo de ternura
cuando conté que esta flor robada
era para una flor más hermosa/
Y cuando mis pasos
retornaban a ti...
Me cedió sus perfumados olores
hasta el hastío de la atmósfera/
Pintó en mi piel
su aroma de legajo en perfume,
en rumor de silencio me cedió su sudor
y el deseo que rocemos otras primaveras
con terrenales besos de amor y
sigamos hasta que caiga
la ultima estrella clara sin pudor/
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