Guillermo Sánchez
Gélido diciembre.
Gélido es el aireque inhalo,y exhalo, lo que aquel me impregna,que no es más queuna glacial brisa conun suspiro de pena.
Y se decoloran mis ojoshaciéndome caer en unaabsoluta monocromía.Y se marchita el firmamento,se oculta la pálida luna del miedo,las pocas hojas que quedan, se suicidan ajadas contra el suelo yse derriten los altos nubarrones,que al notar mi cabizbajo andar,sollozan en mi lugar ysobre mi errar.
Suave es el pasto que aplasto con desdén. Pesado es mi saco de músculos y huesos tiesos,que avanzan sin ninguna pertenencia,porque de alguna manera,me siento asaltadopor tantas tormentas,que parecen ser tantaspesadillas y pesares queabofetearon antes mi cuerpo; pesadillas y pesares duros como la tierra y ésta, la huelo ahora mojada,como mi rostro que está empapadode una amalgama entre naturaleza y deshumanidad,destino y deber.
Continuo, más me sobrecojeuna punzada de ardor;es el memorándum de todoaquello que estoy dejando,la crucifixión final de mil pecados que puedo llamar pasado.Continuo, más algo me detiene,me congelo, caigo y percibo,la frescura de la hierba,jugueteo con ella entre mis manos, siento su fuerte olor, olor a eternidad,eternidad en varios ciclos,ciclos de muchos dolores,dolores que renacen,renacen mutando,mutando a polvo,como yo.
Gélido no es este aire que inhalo y exhalo.Gélido, no es más que un sinónimo de
diciembre.