“Es amargo el sabor
Al querer sentir lo que no se recibe”
Trate de salvar mi corazón
Intentando crecer en los espejismos
De aquella paz que no fue más que guerras.
Sigo cambiando sonrisas
Por lágrimas de mar
Carentes de luz.
Aquí sigue la fuerza, el aliento
Para entregarme a la inspiración
Que es este vivir mío…
Como sigue abierto el paso al dolor
Resignada a beber
El veneno de tantos fracasos.
En este minutero sigo esperando
A aquel de mis sueños
Que, ya, se anda olvidando de mi.
Sigo detrás de mi ley: la verdad,
Mientras, la felicidad
Se pierde en el horizonte
Ajena a este sentido.
Sigo odiándome
Por los equívocos
Que desolaron mi terreno; mi camino.
No me perdono
Por perderme esas lunas
Que se enredan en nombres
Por los cielos pesarosos.
No hay rosas para mí,
Sí, espinas en mi frente
Que me procuran heridas…
Heridas en el alma mía.
Sigo sin ser reina de nadie
En brazos de la nada
Y se malogran mis besos
Entre amantes de la patraña.
Sigo escuchando la palabra AMAR
Y me adormecen los anhelos.
Antonia Ceada Acevedo ©