Mi cuerpo no está fértil
igual ardo en deseos…
la pasión, la pasión por
tenerte me envuelve
de punta a punta.
Lo pienso, a él una y otra vez,
mientras lo hago,
cada segundo confirmo
que no es el indicado,
no el que necesito,
no el que he buscado.
¿Qué puedo hacer?
Si la soledad me declaró
la guerra y he decidido
pelear algunas batallas.
Y está él, el que no califica,
el que no es el propio.
A la razón le importa
un carajo eso, porque ahora
no la tengo conmigo.
Sólo me domina ese instinto
animal, esa fiera dormida
que he llevado dentro,
invitándome que la deje salir.
En el día la cordura se instaura,
cual guardián en la puerta
de la sensatez.
Sin embargo en las noches…
en las noches el frenesí me
posee y dejo de ser yo
para ser la otra.
Esta noche lo tendré,
lo tendré conmigo,
aunque mañana me odie por lo vivido.
Ese odio dará media vuelta
y se marchará al ver el reflejo
de una sonrisa en el espejo.
No lo quiero, en eso estoy clara,
no obstante lo deseo, igual que él me desea a mí.