Hay cosas que andan
juntas, tomadas de la
mano; si alguna vez se
sueltan ya nadie podrá
unirlas ni hacer que
vuelva la armonía.
La fuerza del amor es el
deseo, el rocío del alma y
de los sentimientos que
crecen o se estancan en las
satisfacciones de
anhelados momentos
compartidos.
¿Cómo decir, entonces,
que el sexo es aburrido,
cómo ignorar que a él le
debemos la vida y cómo
sin calor se cocinan los
sueños?
Aunque el cielo se
retraiga y me explique, en
su encogida, que en la flor
sin rocío hay pétalos con
vida… uh, uh, jamás lo
creería y hasta de mí
sentir, yo, dudaría.
PABEDIZ…