RICARDO ALVAREZ

VÉRTIGO - p. 17 - de Pasionario

 

Pobres los que dijeron

que el sol se perdió en mi sonrisa

augurando para mi un futuro de espinas,

perseguido por la sombría penumbra

mientras los delataba su lengua funeraria/

Pobres los que opinaron

que mi luz de corazón se apagaría

al igual que el herrumbre tocando

las marchitas cuerdas de mi guitarra/

         Los ignoré amor...

Como se ignora al silencio irreverente.

Cerré su boca intrusa de falso pregón

con sus fatigados papeles de anuncio profético

deglutido hasta él estomago/

A sus ojos ausentes les clavé mi mirada

de lanza afilada en la roca enamorada/

Sigamos amada,

que la noche no perdió sus párpados,

la tarde se va clemente con sus naranjas lucientes

y el  jazmín afirma su huella de luz y fogón/

 

Nuestro amor de inundación lacustre

los cubrió hasta sus rodillas débiles

y de la altura...

Qué sabe la lengua sin paladar de la altura.

Yo miro la altura

y reconozco tus planos de tierra,

veo el diamante bañado en ámbar

y encuentro tu rostro de humano nácar/

Bienvenida amor a nuestros soles surgentes.

Nuestros territorios de frutos pesados.

Doblamos los brazos de árbol y

encorvando su espiga de tronco

revimos tu cristalina presencia

en la hora ágil de mi desbaratado terremoto,

voy al vértigo de tu boca con mí sed de vuelo agitado/

 

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