Yo fui el que caminaba en la calle de arena
llevando en mis manos lo que llaman amor,
pero más que felicidad parecía una condena
pues moría de frío aún cuando tenía el calor.
Fui quien se ahogó en una botella de vino
porque solo así el amor que existió se olvida,
y después se construye un nuevo destino
aunque ignoremos lo que nos queda de vida.
Fui el caminante en las noches de luna llena,
el loco poeta que escribe aún con su triste sonrisa,
el que renunció a la vida para vagar en pena
buscándote siempre para contemplarte sin prisa.
Y caminé de pronto por calles vacías y lejanas
y encontré un jardín de flores con pétalos de oro,
y aunque no tenían dueño, supe que eran ajenas,
pero hallé una flor que me enloqueció al verla,
como si hubiera encontrado un gran tesoro,
y aunque la deseaba a ella, jamás pude tenerla.