En realidad esta no es la historia de Andy, es sólo de una parte de su vida… Esta historia solo cuenta de las fiestas de cumpleaños de un niño llamado Andy.
Este niño de la historia, era muy tímido y muy juguetón; tímido con los adultos y juguetón con los otros niños. Andy siempre asistía a las fiestas de cumpleaños de sus amiguitos; muchas veces ayudó a romper piñatas con sus palazos, comió trozos de pastel, golosinas y gaseosas, y otras tantas veces bailaba y se divertía con gorros de cartón y reventando globos de colores.
Era un invitado casi automático a las fiestas de cumpleaños que celebraban en la barriada, ya que lo invitaran o no lo invitaran, siempre hacía acto de presencia, y vaya que finalmente se convertía en invitado de honor. Su alegría y entusiasmo contagiaba a todos.
Una vez un amigo le preguntó por su fecha de cumpleaños, y él le respondió: “No tiene importancia, en mi casa nunca celebran mi cumpleaños”
Y era cierto, a sus doce años nunca había soplado ni una sola velita, jamás había tenido una fiesta de cumpleaños, donde él fuera el anfitrión, y donde pudiera recibir algún que otro regalo.
En todo caso nunca se afligía en su fecha de cumpleaños, pues aunque ningún amiguito llevaba regalos a su casa, él la pasaba de maravillas, pues su fecha de cumpleaños era en épocas de navidad. Él imaginaba que todos esos juegos pirotécnicos y luces multicolores estallaban en el aire en honor a su cumpleaños. Imaginaba que las campanadas de la iglesia y las misas de diciembre donde entonaban villancicos y aguinaldos, eran dedicados a él… “din, din, din / es hora de partir / Din, din, din / caminos de Belén/ Los esposos bajan, los esposos bajan / desde el Nazaret…” Ya hasta se sabía los coros y alegremente los cantaba.
Su alegría desbordaba las calles del barrio, “La capilla está abierta de noche y de día / cantaremos todos el Ave María…” Y Andy iba a la iglesia esa noche con su espíritu ingenuo y transparente a recibir el oficio religioso como una hermosa fiesta de cumpleaños. El pensaba que era una fiesta grandiosa, ofrecida por Dios mismo, por eso nunca se quejó de que no le celebraran su fiesta de cumpleaños.
Al terminar esta historia debo contarles que Andy debe estar preparándose a festejar su cumpleaños entre campanadas, luces multicolores y villancicos, ya hasta me parece oírlo cantar por las calles de la barriada: “Niiiiiño liiiindo ante ti me riiiindo / Niiiiiiño liiiiindo eres tú mi Dioooooos / Niiiiiiiiño liiiiiiiiindo ante ti me riiiiiiiiiindo / Niiiiiiiño liiiiiiiiindo eres tú mi Dioooos../.
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