Vamos girando y al tiempo desgastando,
el semblante de nuestro día cambiando
y por el camino vamos lamentando el fin,
del día que perece, pintando ojos de carmín.
Mirando el cielo y la tierra,
cambiar de humor y pasatiempo,
nuestro cuerpo se aferra
inútilmente a caminar más lento.
Y así, la piel nos ondulan las horas,
cubren de algodón las cabelleras,
sonrisas, vida y aliento nos roban.