Ernesto Spinosa

SIN INDULTO

¡Preparen!, ¡apunten!, ¡fuego!
El general dio la orden
el pelotón de fusilamiento
el gatillo del amor haló.

Cinco disparos mortales
al unísono coordinadamente sonaron
en un golpe seco ensordecedor
a los cuatro vientos encantó.

Con los ojos vendados
las manos atadas
de nervios temblando
esperaba mi último adiós.

El plomo ardiente
de las balas de tu hechizo
se hundía quemante
en mi cuerpo penante.

Se me cegaba la vida
imaginándote mía
ahora en mi última exhalación
confieso que morí desde que te vi.