El Amor es la liturgia
del mundo del sentimiento
y en su altar siempre me ofrezco
y me inmolo con dulzura.
Visto ropajes sencillos,
sin casullas ni ornamentos,
que impidan que ese momento
cristalice con ternura.
Voy encendiendo las velas
con la luz de mis deseos,
y voy prendiendo el incienso,
que perfumará mi ofrenda.
Sacerdote del Amor,
Poeta del mismo nombre,
tan sólo tú eres un hombre,
doctorado en la ilusión.
¿Tú no sabes lo que quieres?
¿O es que no sabes darte?
¿Para quién quieres guardarte,
tan rodeado de fieles?
Yo sólo quiero entregarme
cuando yo esté convencido
de que ese Amor es el mismo
que respete mis solares.
El Amor no exige nada:
es una entrega total,
es un respeto leal
del alma que te acompaña.
Y cuando llegue el momento
me sentiré preparado,
como fiel enamorado,
que comparte sus secretos.
Voy construyendo el altar
en la ermita de mis sueños,
donde yo pongo el empeño
para al fin poderme dar.
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