Desde el mirador del hoy,
Percato los ojos enterrados en sal
De aquella niña que en un rincón soñaba.
Cristalizada entre los reflejos verdes de la esperanza
Y con el vientre preñado de sentimientos,
En atardeceres ,se fue perdiendo su mirada…
Sus venas viejas arrastran un caudal;
Un caudal de inocencia
Que desemboca en el rio turbio
de la desolación, del sinsabor…
He visto a otra niña mayor
Que gana batallas a base de confianza
Y a golpes de voluntad.
Decae como el cielo en el mar,
Resplandece como el sol sobre los pinos
Dejando filtrar su Repsol,
Y sonríe al latido el conocimiento.
Otra niña de carne
Ha comenzado a abrir la puerta del jardín
Donde la verdad es vida
Y a los pétalos de la vida les pone alas.
Sonríe, como siempre, a la tierra
Porque es semilla
Que germina de la paciencia.
Esas niñas,unidas,soy yo.
Antonia Ceada Acevedo©