Entre el rumor de las olas
y las rocas salpicadas de melancolía,
sueña la caricia en prosa
que en mis manos se quedó dormida.
Si quiso morir en tu pecho
donde se viste de fantasía,
allí está, escondida en versos,
con aquella musa ya tan mía.
Niño hermoso, ¡te quiero!
más quiero gritarlo,
pero mi deseo se lo lleva el viento
y se ahoga entre mi voz y mis labios.
Niño mío..
tan mío, que eres de este paisaje
de playa nocturna,
de paraíso de mares,
con la blanca luna taciturna
en lo más alto del firmamento,
testigo de anhelos clandestinos
reflejados en las aguas del desvelo,
por los acordes de tu melodía, niño,
que deja sus pétalos dispersos...
al desafinar su ritmo
pausándola en mi corazón, haciéndose silencio.
Amarte clandestinamente,
soñarte sintiéndome tan sola...
queriendo desprenderme
y arrancarte de mí.. de mi memoria.
Por ti... por ti...
tantas lágrimas y poesías,
llenan de noche sus albas,
en un único sueño te amarían
si sólo voltearas la mirada.
Pero tú no puedes verlas,
nunca has podido oíme,
y me dejas una sinfonía sin ecos,
con voz nostálgica y triste,
que va mezclándose con mis miedos
para ti insensibles,
y mi hermoso secreto
se disuelve en la salitre
de esta noche azul.
Noche azul...
llévate este dolor, estos versos...
para que en estelas de espuma
naufraguen mis anhelos,
desde mi alma desnuda
suspirando mis inviernos.
Y sin que tú te des cuenta
el amor que aún te roza,
ha hecho que la noche entera
un beso cerrara mi boca.
Ceci Ailín