Brújula esculpida en tintes de hojalata
una frase de indebida confusión aparece como si nada,
sosteniendo en la temible osadía un reencuentro sin palabras, sólo miradas.
Ya no te echo de menos,
aunque sigas pretendiendo entrar en mis recuerdos,
hay un muro de contextos que lo impiden,
no es una disparatada historia ni un hechizo de inconforme descuido,
simplemente es un camino que el destino me regala de por vida.
Tiempo, verdad, mil kilómetros de temple encendido,
sin necesidad de pasaporte para atravesar una agonía
que fue diagnosticada como incipiente.
No me importa si son tres, cinco,
siete o los diez días de marzo que desvistieron mi orgullo;
solo ha quedado el producto de aquella suma -días perdidos-
graficados con mentiras, disfrazados con escarcha y vino tinto.
Si antes mi frontera fue tu olvido,
hoy mis penas se aminoran
finalmente tus huellas de mi son arrancadas – pócima de hastío.
Mañana se enmarcará una suplida leyenda,
justa enmienda que no ha reclamado dilatación -sarcófago frío-
compromiso que hoy asumo sin firmas ni prejuicios
sencillamente ya no te quiero en mi soledad ni en mi silencio.
Autor: Quituisaca Samaniego Lilia