El instante en que tu corazón sintió mi presencia
Se agrandó y latió con gran complacencia.
Ese día primero, inicio de un rumbo,
de un tiempo intenso, el origen de un mundo.
Recuerdas el vernos y hablar sin palabras
un día tras otro las tardes canallas.
Un gesto era mucho para apreciar tu alegría,
para ver tu enojo y tu melancolía
Recuerdas sentirnos tan efusivamente
sintiendo en los labios un fuego ferviente.
No importaba la hora, el momento o lugar
porque todo era hermoso al inicio de amar.
Recuerdas los caminos que ambos recorrimos,
los lugares que habitamos, el sitio en que dormimos
siempre acompañados del testigo de la noche
o de un sol curioso emanando derroche.
Recuerdas la mirada tan profunda e incesante,
un deseo ver tu alma, reflejarme en tu semblante.
El comienzo de la intriga y de la curiosidad.
Mil preguntas y respuestas conociendo la verdad.
Recuerdas el tiempo fútil e imparable.
Minutos y segundos eran algo inaceptable,
pero mágicamente en nuestras manos se paraban,
nuestro puro sentimiento los relojes destrozaba.
Recuerdas esas lágrimas que alguna vez corrían,
eran gotas que empañaban y mojaban la alegría.
Sin embargo, la tristeza nunca nunca reinaba en ellas
Eran muestra de ternura y de muchas cosas bellas.
Yo recuerdo cada día como libro de poemas,
cada beso, cada abrazo son papeles que se llenan
reviviendo esos momentos, y que duren mientras puedan.
Yo recuerdo cada instante, sólo dime ¿tú recuerdas?
Chester Davis