Déjame, amor, que te cante a ti sola
una canción perfumada de lirio;
Déjame, amor, que te lleve el aroma
y mi fiel beso encendido en delirio;
déjame ser el juglar en tu alcoba.
Déjame, cielo, que llame a tu puerta
con mano abierta y corazón herido;
déjame, cielo, besarte despierta
y soñar contigo, estando dormido;
déjame entrar en tus labios de seda.
Déjame, paloma, que bese tu ala
y sane tu herida con mi saliva
para volar juntos, de madrugada,
y subir al cielo que nos cautiva;
déjame, déjame, mi ave estimada.
18 de diciembre de 2011
Pau Fleta