benchy43

AL FIN Y AL CABO...

Al fin y al cabo, uno no sabe por qué escribe.   
Si escribe porque lo atormentan los recuerdos del futuro,
o simplemente porque no soporta ver una hoja en blanco.
Si le viene al cuerpo la comezón que el erudito llamaría inspiración,
o simplemente porque esta mañana  dejó de volar una paloma
que yace en el asfalto repulsivo.   
No sabe si escribe porque el deseo  le dicta palabras como besos,
lecho, piel desnuda, transpiración, orgasmo,
o simplemente porque el jilguero deja en el aire su canción soleada.
Mas seguramente que hay una fuerza poderosa que le incita
a dejar plasmado un pensamiento para que otro lo lea
o no lo lea que, después de todo, a mí por lo menos,
me importa un pito si lo lee o no lo lee. ¿O miento?
Muchas veces se me va al carajo todo el romanticismo
y me vienen ganas de escribirle a los demonios ocultos en los castillos,
o  la cripta de Drácula con su baño de sangre enajenada.
Pero cada cual es como es y vuelvo al perfume de una rosa
o al canturreo cristalino de un riacho,
sentándome donde ahora usted me ve para completar un renglón inmaculado
porque no puedo salir a pintar su nombre en paredones,
entre grafitis de jazmines y de cielo.
¿Y sabe qué? Se me ha dado en pensar que yo –por lo menos yo-,
sé muy bien por qué y a qué le escribo.
Entonces, concluyendo, olvídese de todo lo que dije,
tal vez lo dije porque vi una hoja sin una sola letra
y no hay cosa que me atraiga más que un papel sin garabatos,
más aún si tengo un bolígrafo en mi mano
y presumo que ella, allá en su mundo  de estudios,
de llovizna, de campiñas y bosques con leyendas,
se acomoda a leer lo que yo hice, aunque sea producto del hastío
de una tarde de sábado sin ruidos.


Derechos reservados por Ruben Maldonado.
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