Tranquilidad no sospechada, en el quehacer,
Caminando entre los arboles perenes,
Hojas color ocre, que suaves se conmueven,
Con la suave brisa, que las transporta,
El canto de las aves canoras, que encaraman,
El nuevo despertar del sol, con ilusión,
Mientras el sereno, moja, transpira bálsamo,
A la vida, aun en medio del otoño frio,
Mientras en medio del ambiente me obtiene,
El suave susurro de tu alma lejana, ¡oh!
Acuerdo que reconforta el ser, con el cantico,
Que de tu corazón brota, para en paso,
Serena la necesidad, de profesar, de palpitar,
El deseo de los corazones, cercar, ¡ah!
El silencio abrumador se quiebra, desvanece,
Ante el florecer en medio del desierto,
Del sentido conseguido, ante la tranquilidad,
Sin perder nunca la esperanza, de ver,
En el ocaso de la vida, como con fe el invierno,
Agreste, desbastador, se desvanece,
Ante la crecida, llegada del sendero del tiempo,
Para al lado de tu ser, en la primavera,
Por eternidad concedida, tú desnuda presencia,
A mi vida, le permite tener sustento.