Las hojas en el otoño caen, caen al igual que mi cuerpo
por esa pasión que recorre cada línea de mi ser,
cada alma en la que he vivido, cada día.
Y tú, tú no puedes entregármela,
solo por tu ego que no te deja verme,
que no puede sentir que mi cuerpo cae en ti,
cae sediento de ti, de tus ganas, de tus pasiones,
sedienta de tu alma, de tu piel, de tus ojos,
solo de ti, de mis ganas de ser esa mujer de tu ser,
simplemente por ser parte de ti, parte de vos,
de tus labios tan dulces como miel, tan salados,
tan amargos y suaves, solo vos y tus pasiones
me deslumbran, vos y tus ganas de volar
lejos, sin dejarme respirar, sin poder aprisionar
mi cuerpo con el tuyo, sin sentir el sudor de tu alma
con la mía, sin poder verte, pero mirándote
partir lejos con tus vuelos, con tus andares,
con tus poesías, con tus ganas de ser, con tus bellas melodías.
Mirando caer mi cuerpo.