En un rincón de pájaros huidizos
colecciono las notas de sus trinos,
la tarde, bella tarde se está yendo
y las aves continúan con su canto.
Yo te llamo hacia la piedra de horizonte
y se hace un eco el silencioso grito
hendido por los rayos prodigiosos
que se reflejan en las aguas displicentes.
Me enseñan a amasar sueños furtivos
las nubes como pétalos rosados,
la silvestre flor que no hace sombra
y las piedras lavadas por el río.
Yo presento tu nombre a la montaña
y a la temprana luna con brillo de moneda,
sin temores ni latidos inconclusos
te presento a este mundo de la flora.
Y me alegra hablarle al viento cara a cara,
porque trae aletear de golondrinas,
aromas de jazmín de otros jardines
y acaso tu voz temblando en el follaje.
Me invade tu ternura y me imagino
la huella de mis labios en tu vientre,
mi corazón acaricia las distancias
y en este mundo verdean soledades.
Te presento a la mirada del lucero
buscando el reflejo de tus ojos,
me muero por tenerte aquí a mi lado
en la negrura prieta y sus estrellas.
Le arrebato a la brisa tibia un trozo
y atados en él irán mis besos,
besos atados que viajan en la noche,
en la noche en que los pájaros ya duermen.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
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