Tres años llevo
embutido en las letras,
rompiendo barreras,
haciéndome visible
aún detrás de mis
prosas poéticas.
He comido del buen pan,
servido
en la mejor de las mesas.
Hemos sido tres,
la computadora,
mi silla
y mis tristes letras.
He sido un hombre
sincero de corazón,
que se siente solo
y que lanza sus desoladas
letras,
al viento.