Agonizaba
su pulso cesaba
su conciencia se diluía
y no lo ayudaste.
En la profunda morgue
en una sala con olor a muerte
veo sus inconfundibles despojos
veo su prematuro descompuesto cadáver.
Tendido en una metálica mesa
desnudo como viniera al mundo
debajo de una blanca sábana
lo observo con perplejidad
con terror.
Suturas miserables de la necropsia
unen las partes de su rígido cuerpo
señales de los violentos traumas
que causaron su deceso
son evidentes.
Sin voz
sin movimiento
sin respiración
exánime
tras las torturas a las que lo sometiste
esta noche velo su cuerpo
rezo por su inocente alma.
Mañana
aunque lleves flores a su tumba
ya no le interesan
aunque las acepte.
Sobre su eterno sepulcro
ahora el pobre amor
ya está para siempre muerto.