Si algún día decides volver,
y sientes miedo al cruzar la puerta,
porque talvés precises
que no te espero,
y un viento de recuerdo
te roce al pasar,
suave, tibio, como un beso;
no te detengas;
es mi cuerpo.
Si al entrar a la casa,
al mirar las caras felices,
no encuentras la mía;
no te sorprendas;
quizá la halles
entre las tristes; sigue adelante.
Y si al preguntar por mí,
no te dan respuesta
los que visten de negro,
y a cambio de palabras,
mi madre te entrega un diario
donde se alojan mis penas,
y te dice que te amé
pero no pude esperarte,
y sus ojos se rinden
ante la tristeza;
no vayas a desfallecer; sigue con tus pasos.
Y si al llegar a mi aposento,
triste, desgraciado,
en mi cama desolada,
encuentras marchita
una flor que tenía para tí,
y reclinada en mi lecho
la bañas con tus lágrimas
repitiendo en silencio
sólo un te amo…
volveré con el viento,
de luto,
a rozar tus cabellos.