Y sin palabras, los hechos tienen el tupé de avanzar sin avisar.Pensar que podría mejorar, y no sollozar en el medio evo. Cuando uno espesa su rostro en el miedo que no deja, sin dudar a duda, expresar el cristal liviano que deja ser lo que es, sin necesidad de opacarse.Cuanto vale un mentira que pasa por cristiana afirmación, como si fuera promoción absoluta.Te dije que no quería llorar, lo dije.
Dejaste que derramara más lágrimas que palabras que argumenten la caída, me dijiste que sería glorioso el sonido de las campanadas avisando la llegada del viento, ese que se lleva las cosas, que te hace un favor; pero como ha de saberse, es posible notar que si te hace el favor de arrastrárselas consigo misma, puede que por la fuerza se equivoque y te confunda.Digno de deber por soplarlas uno mismo, sin especial rebasador sonido que creías que debería ser.