A través de mis párpados se filtran algunos rayos de luz, que me hacen ver un color cobre.
Acto seguido, estos se abren, y mis brazos tienden a desenredarse.
Mientras dormía, abrazaba algo contra mi pecho. Esperanza de seguir durmiendo, para seguir abrazándole en un sueño.
Pero luego, le veo de nuevo con su sonrisa serena, y el brillo característico de sus pupilas.
Baja la mirada, y sigue abrazándome.
Me vuelvo a despertar. Ya se hizo tarde.
Pasa un día, como muchos, y llega otra noche. Sin novedad, pasa como cualquier otro.
Lejos de ella, vuelvo a dormir con mis brazos entrelazados.
Está de nuevo ahí, como la noche anterior.
De nuevo con su sonrisa.
Y luego, de nuevo, la claridad cobriza.