A Elizabeth por supuesto
El amor me trajo sus tardes,
la mirada profunda donde anida el corazón.
Sentado frente a sus ojos las redes de mi alma
lance en busca de su pasión y desborde la piel misma
en el vasto mar de sus labios
Como llevado por las noches,
ebrio de todos los deseos tuyos,
el deseo fui depositando a la orilla de tu boca
y entre las líneas de tu espeso cabello
se consumieron mis mejores horas
Fueron tantos veranos en un solo beso,
cada uno de los ríos que nacen de tu pecho,
la multitud de rosas al norte de tus caderas
y el sol que nace por sorpresa en tu nombre
y el crepúsculo derramado en mis sueños
El amor me trajo sus pasos,
La hoja en blanco de su destino
y los versos que escribo para ella
y la estrella guía de nuestro firmamento
y cada uno de los años que me esperan con ella.