Cuando me amé a mi misma
aprendí a valorar,
las bellezas que Dios
concibió para halagar
a todas las criaturas
que albergaba en su prisma.
Cuando me amé a mi misma
sentí una inmensa pena,
por los niños hambrientos
que a poco van muriendo,
no mata sólo el hambre
sino la gran soledad.
Cuando me amé a mi misma
al fin pude comprender,
la amargura del rostro
de la mujer y el hombre
hurgando en la basura,
buscando qué comer.
Cuando me amé a mi misma
vi el rostro de Jesús,
en el hermano enfermo
que lentamente muere,
sin un medicamento
que alivie sus dolencias.
Cuando me amé a mi misma
vi la desesperación,
en el feto indefenso
por la brutalidad,
de la madre y un médico
pues sin piedad lo matan.
Cuando me amé a mi misma
pedí perdón a Dios,
pues nos dio un paraíso
hicimos un infierno,
nos dio muchos hermanos
hicimos enemigos.
Cuando me amé a mi misma
dije: Señor, perdón,
por no haber visto ayer
esas iniquidades,
perdón Señor, perdón,
por todos mis pecados
y los del mundo entero.
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MIRIAM RINCÓN URDANETA