Si muriese mañana,
pediría antes poder
bañarme de los rayos
del sol primaveral,
poder escuchar y
sentir el dulce cantar
del ulular del viento
del atardecer veraniego,
ver al sol y la luna
eclipsar como cuando
los amantes eclipsan
al poderse amar,
sentir sobre mi
la lluvia lentamente caer
como las lágrimas
sobre la piel al llorar
de felicidad y al tiempo
sentir que el arcoiris
irradia mi corazón
con sus dulces colores,
llenar mis pulmones
del aire de la libertad
del los verdes campos
de las llanuras y montañas,
pisar la suave arena
de la playa que baña
la inmensidad del
cantar del mar donde
veré reposar los rayos
anaranjados del atardecer;
si muriese mañana,
antes quisiera ver
las centelleantes ráfagas
de una lluvia de estrellas
al tiempo que me lleno
de la luz de luna llena,
nutrirme de los colores
y el hermoso bailar
de la gloriosa aurora boreal;
pero si muriese mañana,
si muriese mañana,
todo lo cambiaría por morir
entre el cálido cobijo
de tus brazos, porque
por más que yo pudiera
desear cobijarme
del encanto natural,
sé que entre tus brazos
en un instante tendría
todo eso que tanto deseo
al quedar dormido
en tu calor celestial.