Me gustaría ser
esa hierba diminuta,
que las arenas disputan
en el desierto cruel.
Y crecer como el enebro
horadando las arenas,
despertando de mis sueños
para ver a las estrellas.
Y al salir el sol,
cobijarme entre sus hojas,
que ni el siroco despoja,
tornado o ciclón.
Quiero ser un verbo nuevo,
con que sembrar mis poemas,
con la tinta de mis venas
con el río de mis versos.
Pero sólo soy
lo que dicta el sentimiento…
hombre sediento de besos,
de mi corazón.
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