De verdad ya no aguantaba,
estaba muerto de sed,
menos mal que me dieron agua
y pude por fin beber.
Estaba ya tan sediento
que el agua necesitaba,
y ahora me siento contento
pues he calmado mis ganas.
Que buena el agua es,
es un placer disfrutarla;
por eso digo, una y otra vez:
¡El agua hay que cuidarla!
Alejandro J. Díaz Valero