Cuando ya la infancia se encuentra lejana
y la vida me haya convertido en hombre.
Llevaré su imagen prendida en el alma
pero ella tal véz ni recuerde mi nombre.
Ojalá la encuentre un día cualquiera
para saludarla con mucho cariño.
Para darle un beso,saber de su vida
y ver si recuerda mi cara de niño.
Para hacer recuedos, de los buenos y los malos
la lección nunca aprendida,el destrozo de los bancos.
Y aquella flor solitaria con la que yo le decía
en silecio,sin palabras, lo mucho que la quería.