Dura, prodigiosa, implacable, la lluvia se desata en rugientes cascadas.
Llueve, todo se vuelve agua, río, plata, añoranzas...
La tarde gris se cierra como un capullo. Somos jóvenes, saltamos charcos
y reímos.
Mariposas de cristal nos mojan.
Pero nada importa, nos sentimos felices.
Tu recuerdo se acurruca dentro de mi.
La gente pasa a mi lado sin mirarme.
Nadie sabe que tengo un pájaro dormido en el corazón.
En la tarde sin colores, con brumas y cristales, bajo mi paraguas azul, pienso...
Mañana cuando de nuevo salga el sol, tu estarás en mi como antes, como siempre.
Te cobijo de la lluvia y te amparo del sol.
Ma. Julia.