No hay mayor regalo que la vida,
que el saberse aguardado en el hogar,
el tener quien suavice las heridas,
y la oportunidad de empezar.
La esperanza deriva en la paciencia,
y esta da como fruto la alegría,
tus ojos esmeraldas se cultivan,
anelando horizontes ambarinos,
sostienes tus promesas en las mías.